sábado, 20 de agosto de 2016

El vuelo de Henry Miller



Henry Miller, ya sabes, viene a verme
tedioso, riente, invariable y con el cuerpo etéreo.
Viene de apuñalar caballos al azar
en el callejón,
de subir un edificio alto,
como una mosca,
de volar con alas auténticas,
volar y volar y volar
recorriendo Weehawken, Hobooken,
Hackensack, Bergen Beach,
en un abrir y cerrar de ojos.
Él clava cuchillos en todas las partes
de su cuerpo.
Si le disparan con una automática,
las balas se desvían y hacen tat-tat-tat
contra la pared.
Me dice
que es un metafísico de la especie
instintivista.
Luego se va jubiloso y feroz.
Qué difícil el salto de la vida
a la muerte,
de la muerte a la vida,
qué cruento portazo
cuando Henry Miller se esfuma
convertido en un auténtico esquizerino.

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