viernes, 19 de agosto de 2016

La gata


La gata en su territorio aislado
ferocidad que observa los alrededores
con el rabillo del ojo.
La gata salta edificio colosal
cae sobre el silencio o sobre la grieta
del filósofo.
La gata desahuciada de la gente
unos ojos al abordaje
fluyendo sin trabas.
La gata -con ojos-
¿cómo no puede dormir?
Cuanto más la rehuyo
más se apega a mí.
Le debo la locura
demasiado sensata, demasiado trivial.
Si amo a la gata parece arrimarse
un poco,
ronronea despacio,
acaricia mis palabras,
se pasea lánguidamente
usando de nuevo sus ojos eficazmente
gata atroz con cara inocente
y chantaje de la nada
gata atroz sin garras criminales.
Y sus andares lo borran todo
salvo la página del insomnio.


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