domingo, 3 de diciembre de 2017

Chica Pálida

Chica pálida, en esos montes de verdad del Norte
no te quieren. Los sapos diabólicos calientan algo de comida
en una hoguera que hacen en la arena.

El sheriff de Cochise desea someterte al suplicio de Tántalo.
Monedas Tentadoras se emborrachan muy sentimentalmente
y pájaros y mariposas revolotean.


Las madrastras se refocilan llevándonos a laberintos
conversando con las sombras de los ricos,
por eso es por lo que son desdichadas.
¿Por qué no metemos nuestras cabezas en el saco?
Llévame contigo para limpiar el polvo del pequeño templo.
Me desperté de mi perfecto sueño y no te tenía.


Chica Pálida, con la chaqueta echada sobre los hombros
coloco grandes notas sujetas con chinchetas en el tablón de tu nevera.
Me quedo de nuevo dormido y solo despierto
bajo el resplandor de las luces junto a un rojo cabello encrespado.
Meto la llave en la cerradura y empujo la puerta de hierro.
Pacifistas sordos miran el vestido rojo fuego que llevas.


Desde que te vi, mujercita mía, llevo una larga barba
como la de Walt Whitman y amo tu colección de discos indios.
Llega la hora justa y saltamos a uno de los vagones.
Un gran Chssssss del bosque nos espera.
Eres buena. Fielmente tuyo. Marine de Intendencia

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