sábado, 25 de marzo de 2017

Algo para el preso número siete y para ti



El preso número siete blande su vieja guitarra,
Está encerrado por amar a una mujer de pelo
que cuelga corto, le golpearon la nariz
le dieron una paliza tirándole los perros
que le ladraban los talones
por mencionar a su verdadero amor en la oscuridad
tras darle besuqueos de un intelectualismo mayor.

Señor, dice al confesar,
fingí que no me importaba
pero estaba desconcertado.
Señor, ¿Cuánto tengo que saber
para hablar sin el permiso
del tipo con la máscara de Napoleón?
¿Ese con el plumífero de muerto de hambre?

El preso número siete se expresaba como el silencio
leía libros, repetía citas sin jugar sucio
sin actuar como los golfillos maliciosos.
Estaba en forma, como se dice en el lenguaje del boxeo.
Se forma el pelotón corroído por la envidia
y los celos, van a disparar ataviados como estúpidos.

Señor, no me arrepiento de leer a toda velocidad,
de trabajar como un esclavo por la mujer de pelo
que cuelga corto. No me da miedo tumbarme
en el sofá a oscuras de la eternidad.
En la hora de mi muerte seguiré sus pasos
¡Ya lo creo! Voy a seguirla hasta el más allá
cuando los perros traidores cesen en sus ladridos.


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