Henos aquí, tus piernas
y muslos blancos
has bajado volando
del cielo
como un ángel violeta de Chagall.
Hola, hola, Dama Cisne,
y tú, asentado Mallarmé
en la cabaña de la Experiencia,
con voz grave y urgente.
Me ayudáis a estar cuerdo
y tengo más de lo que pueda
dar abasto.
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